A semanas de haber sido declarada la pandemia de Covid19, apareció un documental que mostraba cómo el Partido Comunista de China había mantenido oculto el virus. Más tarde, Jorge Drexler publicó una décima en la que promovía la solidaridad. En seguida, soltaron un corrido, una cumbia, un joropo tuyero, un libro de ensayos y vaya usted a saber cuántas producciones más dedicadas al asunto. Desde luego, no todas aquellas manifestaciones fueron vulgares o excéntricas. Hubo novedades, surgidas en contexto de pandemia y concernientes a dicha trama, realmente muy valiosas. Una de ellas fue el EP que publicó el cubano Rxnde Akozta junto al dominicano Rodenses.
Se llama V, en alusión al virus. Cuando supe de su existencia, pensé en hacer una nota relacionada al proceso de grabación —en aislamiento, a través de notas de voz—; no obstante, al escucharlo por primera vez, los nombres de las canciones, adaptados a los cinco dedos de una mano, me hicieron pensar en Give me 5, una de las últimas grabaciones que registró Canserbero, también en formato EP (su traducción posible podría ser “Choca esos 5” o “Dame esos 5”) y cuya invitación a bautizarlo con aquel nombre se halla en su interior nada menos que en la voz de Rxnde Akozta.
Eran las 4 de la mañana cuando lo puse y durante los 15 minutos que dura, esto es, desde el sonido de gong con el que abre, hasta el sonido de gong con el que cierra (otro uroboro canserberiano), no pude hacer otra cosa que escucharlo con fascinación. Un camión de bomberos rompió de súbito la quietud inescrutable de la madrugada y yo tuve la impresión de que el sonido de la sirena se integraba con absoluta espontaneidad a la naturaleza reverberante de la grabación. Give me 5 absorbe resonancias urbanas.
Fue grabado en Londres durante junio de 2014 a modo de patchwork discontinuo e imprevisible. No creo, como suele decirse, que se trate de un EP adelantado a su tiempo: modelos previos, con formas afines al género, están a un click de distancia. Prefiero escucharlo como un largo mensaje proveniente del más allá.
Aunque reproduce formas y retóricas comunes en el rap, durante todo el EP la voz de Canserbero posee un registro hablado cuya estampa resulta apacible respecto de la mayoría de sus grabaciones, donde su dicción e inflexiones se reconocen ostensiblemente más graves y pesadas. Salvo por aquel signo fantasmal que ya insinué, el EP rehúye por completo a sentimientos de angustia.
Luego de una primera vuelta, podría concluirse que el trecho más fácil de asimilar es el de “Buenas noches”: una enumeración de escenas breves, personajes urbanos y refranes populares que componen un magistral paisaje de barrio. Destacan los aciertos lingüísticos, como aquel adorno con la ch en “Huno” o las florituras entre últimas y primeras sílabas iguales en “No no”.
Give me 5 plantea una disolución, en el sentido de que deconstruye rigideces inherentes al rap, es decir, lo libera: Canserbero era un artista elástico y curioso por explorar las posibilidades del género. “Tiempos de cambio”, por ejemplo, un tema grabado también hacia el final de su vida, está compuesto únicamente por piano y voz. En tal sentido, el EP puede entenderse como un mapa político, es decir, no funciona nada más como una representación, sino también como evidencia de que las fronteras de un género (literario, cinematográfico, musical) están en constante movimiento.
Hay una maniobra visible en el rap, calco de lo que en literatura se denomina hipertexto, esto es, vínculos al interior de contenidos que enlazan con otros, a partir de la cual, evocaciones al nombre o al trabajo de terceros, halladas en las propias canciones, empiezan a configurar, a la manera de una constelación de naturaleza fractal, una suerte de cartografía del género en Latinoamérica. Esta forma de exponer los nodos que conectan dicha red es particularmente notoria en los trabajos de Rxnde Akozta (nada más en los 11 minutos que dura V se citan al menos veinte nombres) y permitía acoplar, en especial en aquellos días en los que estuvimos prácticamente obligados a evitar el contacto, la mano de un EP con la del otro, como si, a través de la música, desde donde fuese que estuviera, Canserbero nos ofreciera la suya en un saludo entrañable.